En nuestra querida Internet de hoy en dia hay sitios web que concentran su éxito en la promoción de hiperenlaces cuyo contenido tiene un valor dudoso pero que reciben millones de visitas gracias a la colaboración de muchos de nuestros congeneres que diggean, menean, votan o discuten bajo criterios que escapan el entendimiento.
Bueno. Miento. Hay un criterio obvio pero creo que nadie aceptaria “la estupidez humana” como criterio valido asi de buenas a primeras e igual Darwin se siente hasta ofendido.
Pero yo no venia a hablar aquí de eso, venia a hablar de esos libros que se apilan por norma general cerca de los asientos diseñados por la omnipresente Roca y que pacientemente amenizan los momentos de reflexión más intima. Momentos por norma general cortos (tu médico también recomienda que sean cortos) en los que es preferible no tener que pensar demasiado no te vayas a distraer de lo que te llevo a ese trono en un primer momento.
Y aquí es cuando entra en escena Ben Schott, con sus Almanaques y sus Misceláneas.
Ben, que antes era creativo de publicidad, luego fotografo y más tarde editor de sus pequeños libros enviaba cada Navidad unas tarjetas de felicitación nada corrientes: eran pequeños pedacitos de información autocontenidos de conocimiento que él creia necesario recordar de cuando en cuando. Un buen dia recopiló todas estas tarjetitas en un libro que se autopublicó y del cual mando una copia a Nigel Newton, jefazo de Bloomsbury por aquel entonces. El resto es historia.
Las tres misceláneas (la Original, sobre Deportes y Pasatiempos y sobre Comida) son recopilaciones de conocimiento sin más criterio que el que pueda ser mínimamente interesante (por ej: cual es el código de duelos irlandes, o las últimas palabras de personajes famosos como James Joyce).
Los almanaques en cambio son una continuación de la tradición más pura de los mismos: repasos a la actividad humana en sus diferentes facetas a lo largo de todo un año (desde 2006 hasta hoy en dia). Por desgracia solo las misceláneas han sido traducidas al español y los almanaques son algo demasiado anglocentristas. Pero sigue siendo una delicia pasar de una página a otra sin saber que te espera.
Una compra muy recomendable para acompañarte en esos momentos de soledad (o si eres un tipografo amateur; son un manual a seguir sobre como respetar las reglas de la tipografia al dedillo. Schott es un autoconfesado fan de Edward Tufte y se nota. Echarle un ojo a esta gráfica que hizo para el Times sobre los eventos ocurridos durante los años de gobierno de Tony Blair).
Ah, y sí. Están repletas de conocimiento inútil, pero ¿y lo divertido que es poder recitar los diecisiete profesores lucasianos que ha habido hasta hoy en dia? ¿eh?
NOTA: a ver quién es el primero que hace un chiste sobre las hemorroides. Hay una porra abierta, no me defraudeis.
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