Que Facebook se esta haciendo con el pastel de las redes sociales es un hecho que no vamos a discutir. Que tiene unas políticas de control de contenidos y privacidad de lo más fascista es algo que no se puede negar. Que son una central de medios con mucho potencial es obvio. Pero, realmente, ¿para qué me vale Facebook?
Lo que si me soluciona a mi Facebook son dos cosas:
- Mantener y recuperar el contacto con amigos de todo el mundo con acceso a internet.
- Un servicio de email sin spam y que me garantiza no recibir mails rebotados
El contacto lo puedo mantener solo con aquellos que se han añadido al servicio. Prefiero usarlo más intensivamente con aquellos contactos que no tengo a mano (otras ciudades, otros países).
Y o que sí ha conseguido solucionar es el maldito problema del spam.
Me explico. Desde sus inicios en el MIT el protocolo que regia el funcionamiento del sistema de intercambio de correo electrónico se basaba en un principio básico en internet: la caballerosidad.
Los servidores se hablaban unos a otros para pasarse paquetes de correo como si de vecinos se tratase, sin un sistema de identificación central porque se pensaba que eso solo iba a dificultar la comunicación e iba en contra del principio de ARPANET que era diseñar una red en la que si un nodo se caia la red seguia funcionando.
Claro, no se imaginaban que en 40 años todo el mundo iba a tener su buzón de correo electrónico y Rusia ya no seria parte de la URSS para convertirse en el mayor exportador del mundo de spam.
Pero Facebook soluciona eso con un sistema sencillo: todos los usuarios se identifican en el sistema y dan permiso de quien pueden recibir correos electrónicos. Problema solucionado.
Con esto no quiero decir que la idea original fuera mala, al contrario, sin esa espontaneidad dudo que estuviesemos donde estamos hoy. Lo que pasa es que el problema del spam empieza a oler a podrido y nadie se hace responsable o toma cartas en el asunto.
¿Una internet dentro de internet? Bah. Que más da. La gente lo esta usando y me temo que no va a desaparecer fácilmente como la Coca-Cola, el McDonald’s o Cristina Tárrega.
Lectura relacionada: es muy recomendable un artículo de Tom Hodgkinson en the Guardian titulado “With friends like these…” si quieres conocer algo más sobre los funcionamientos internos de una empresa valorada hoy en día en 10.250 millones de Euros (15.000 millones de Dolares Americanos). Ahí es nada.
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